Después de tantos años de oscuridad y enclaustramiento, en que se le temía a la información y se demonizaban las nuevas tecnologías, la "nueva" dirigencia cubana o el "relevo", las ha abrazado sin miedo, y ha hecho su debut en las redes sociales por la puerta grande.
El "presidente" Miguel Díaz Canel dio el ejemplo y se estrenó en Twitter:
Hay que decir que en La Demajagua es donde más sentimientos patrios uno puede encontrar, porque allí, realmente, no hay nada. Casi no había nada cuando Carlos Manuel de Céspedes dio libertad a los esclavos. Que uno no sabe si los liberó o cerró la empresa y fueron reasignados a las labores de la manigua insurgente.
Entonces, más animado por entrarle a la ciencia y la técnica, Díaz-Canel mandó otro tweet:
El primero se le perdona porque era su estreno, pero estos otros mensajes, ya con "más experiencia" no fueron realmente muy afortunados. Lo escribió en medio de una (de las muchas) crisis de desabastecimiento de pan, sin darse cuenta de que la irritación del pueblo no iba a apreciar su esfuerzo en su justa medida.
Por suerte le echó la culpa a Fidel, que tuvo siempre más experiencia en desaparecer alimentos. Pero no se amilanó y siguió hacia adelante, que en la modernidad no se descansa. El "presidente" comprendió que las redes sociales sirven para dar ánimo, para aliviar desgracias y para iluminar. Por eso la misma noche en que un tornado destruyó parte de La Habana, envió este mensaje de esperanza martiana, marchando en el desfile de las antorchas.
Pero, qué mala suerte. En un momento como ese, andar por la parte bonita de La Habana rodeado de antorchas, sonaba feo. El presidente también fue criticado. Hay seres así, incomprendidos, por más que se esfuercen.
Hay que entender que Cuba estuvo escondida en las cavernas de Birán durante medio siglo, y ponerse al día con el siglo XXI es tarea de titanes. Pero de titanes bien informados. Aquí Miguel volvió a meter la delicada contestando una noticia vieja y falsa:
El pueblo, o lo que queda de él, echó mano a su memoria musical y comenzó a tararear uno de esos estribillos invencibles, que dice: “Bururú, barará… ¿Dónde está Miguel?”, porque se le notaba más perdido que una garrapata en una ferretería.
En su defensa hay que decir que el pueblo cubano no está acostumbrado a esos mensajes tan breves, tan concisos como los de Twitter, después de tantísimos años escuchando, de pie y al sol, kilométricas tabarras, una cosita corta no es muy efectiva.
Entonces Miguel se dijo que había que entrar por la parte lírica, por la emoción. Y recordó que hacía 39 años nos faltaba Celia. La otra Celia, Celia Sánchez, porque Celia Cruz faltó desde muchísimo antes, cuando la prohibieron. Y ese tweet galante y lleno de emoción, provocó nuevas críticas, porque algunas mujeres se han hartado de ser comparadas con una flor, con lo bonita que es la flora y la fauna.
Pero el presi no parece ser un hombre de carne y hueso, sino del material del que se hacen los héroes (y los robots). Él sigue hacia adelante sobre el corcel enfurecido de su ignorancia (ignorancia que achacamos al criminal bloqueo).
Parece que no tiene asesores, o que sus asesores (ver el triste caso de Iroel Sánchez) están también perdidos en la bruma y con sombreros de yagruma. Teniendo la oportunidad de ser un líder elegante, moderno, conciliador, a Díaz-Canel le dio por clasificar a los cubanos según su manera de llegar a este mundo: unos nacieron bien, y otros son mal nacidos (¿Tendrá esto que ver con los índices de mortalidad infantil?)
Y ahí se armó la gorda (que no es precisamente la esposa del Presidente). La gente es muy poco comprensiva. Por fin tenemos un presidente que sabe bailar y tocar la tumbadora, no como los sangrones de antes.
Alguien joven y osado, que también pudiera dirigir una granja de pollos, pero que aceptó este reto supremo, y que no ceja en la tarea de sumergirse en las tecnologías y en las redes. Pero claro, tantos años en la oscuridad del Medioevo pasan factura. Y como tampoco hay buenos cerebros que ayuden…plaf. No lo dejan ni felicitar a los cubanos bien nacidos.
Desde aquí tenemos una respetuosa sugerencia: que esos que asesoran al "presidente" sean enviados urgentemente al extranjero a capacitarse. El tiempo que sea: cinco años, diez años, un par de veinte años. Y que con ellos vaya Miguel si quiere aprender. El pueblo se lo agradecerá.